Aléas

Delimbo
C/Pérez Galdós nº 1 Acc., Seville, Spain
October 8th 2015 – January 12 2016

Eltono-aleas-6

6 Lienzos (6 canvases):

Interested in using the street as a workshop, I created a printing system that takes advantage of the passage of cars to generate works on canvas.

U.V.:

In this experiment, I take advantage of sunlight to produce prints. The procedure involves placing a cardboard template on a painted fluorescent color paper and leaving it in the sun for a certain period of time.

7 lines passing through 4 points:

Random painting exercise – I painted 7 lines each one built by linking 4 points together. The coordinates of the points and the order of the colors are chosen at random.

Punto de encuentro (meeting point):

Wooden planks found in the streets of Seville during the trips I made between my hotel and the gallery. Each table is modified making a cut that reproduces the route that I took, the table under my arm, between the place where I found the wood and the gallery.

Collages:

Each collage is comprised of the combination of 3 different templates, 3 colors and background paper (yellow). I tried different combinations by changing the order of the designs and colors making unique collages where no two combinations are alike.

Verso:

This exercise is a non-exhaustive comparison of how different pens react to different papers. Depending on the weight of the paper, the drawing appears more or less defined on the back of the sheet. I drew 91 versions of a modular drawing and displayed them showing the back side of each paper.

Exhibitions view:

Text (in Spanish) by Guillermo López Gallego:

Eltono: lo que hay debajo de la playa

Paso largos periodos fuera de Madrid. La última vez que volví, sentí una penetrante melancolía ante las piezas plateadas de la M-30, las puertas cubiertas de tags, las letras redondeadas. Sentí como dolor lo que ya sabía: el graffiti es una conversación en cada ciudad, y yo me estaba perdiendo la de la mía.
Como una marca con ínfulas, he visto piezas en Abijan, Berlín, Bogotá, Bruselas, Buenos Aires, Zaragoza, Conakry, Freetown, Hamburgo, Monrovia, Nueva York, París, Panamá, Portland, Santander, San Petersburgo, Seattle, Sevilla, Tallin, Riga, Vilna… Pero no he seguido esas conversaciones.
Y eso es lo primero que me viene a la cabeza al pensar en la obra de Eltono.

*

Parece que hay dos maneras de escribir sobre Eltono y su obra.
Hay quien opta por el enfoque histórico. Este se puede encontrar en otros sitios, y de la mano del propio Eltono en la publicación Line & Surface. Es sabido: Otone, GAP (crew a la que Eltono todavía mencionó en 2009), los trenes parisinos; cómo llegó a Madrid en 1999 y cómo reaccionó a la saturación del centro, es decir, la aparición de Eltono, la adopción de un icono que ha ido refinándose, adoptando una estética minimalista, limpia, sencilla, y una técnica depurada y sin aerosol.
Luego están los relatos sobre la experiencia de conocer la obra de Eltono en las calles de Madrid. Entiendo el aire de epifanía que tienen aquellos, porque recuerdo pasar el verano de 2001 buscando a Eltono en las puertas y rejas de Lavapiés. Me acuerdo de una pieza en los cuarteles de Daoíz y Velarde en 2006, la primera que vi con tres colores; otra envejecida al final de Cuatro Caminos, en 2009. Hace dos años, descubrí una obra antigua en la calle Infantas, cerca de Colmenares, que reaparece periódicamente bajo los carteles que anuncian conciertos y fiestas.
He podido apreciar, como muchos otros, la importancia que el contexto tiene en la obra de Eltono, su forma de señalar texturas en la ciudad y de ennoblecer y recuperar espacios. Y no creo que se pueda acusar a Eltono de contribuir a la gentrificación de los lugares donde trabaja; conociendo su respetuosa reivindicación de la artesanía y la forma en que trabaja con las comunidades, seguro que ha pensado en ello.
He observado también, siguiendo su trabajo en museos y galerías, la inteligencia con la que ha sabido llevar a esos contextos la esencia del trabajo de calle. Cualquiera que haya visto las obras de taller de Blade sabe que la transición de la calle al circuito comercial no es fácil.
Eltono (y aquí empieza mi intento de ir más allá de las dos maneras de escribir que acabo de mencionar) ha sabido inducir los principios generales del trabajo de calle, y trasladarlos al taller. Ha sabido encontrar, creo, dos claves del graffiti que le permiten crear arte urbano fuera de la calle. Quizá porque Eltono es francés, siempre las imagino en términos franceses.
En primer lugar, ha extraído y refinado la idea de contrainte, de restricción, propia del Oulipo. La obra de taller de Blade, como la de Seen y Lee y otras leyendas del graffiti, tiene algo kitsch, porque se limita a usar los aerosoles sobre el lienzo en vez del vagón, y no sabe incorporar la forma en que la calle determina el graffiti, el peso de tener el tiempo contado, la interacción con el público y la intemperie: su pintura no es obra sino reproducción.
Eltono, en cambio, ha identificado algunos elementos del graffiti que le permiten crear en el taller obras de calle: la aleatoriedad y la intervención acelerada del paso del tiempo, por ejemplo. Y lo hace, como él mismo dice, de manera casi científica: «imagino un protocolo, decido unas reglas, las ejecuto y observo los resultados». Es decir, a la manera de Pérec y Queneau.
En segundo lugar, Eltono ha ahondado la raíz situacionista del graffiti. No hablo de las banales pintadas inspiradas en la obra de Debord y Vaneigem, desde mayo del 68 hasta hoy. Me refiero al enfoque situacionista, de nuevo casi científico, del paseo, y el uso que de él hace Eltono, por ejemplo, en obras desarrolladas en Vitoria y Pekín.
(Y al détournement, también situacionista: la subversión de la publicidad de cerrajeros y pintores de brocha gorda, que también habla de su conocimiento de la ciudad.)
Es posible que haya contradicción en someter la artesanía del paseo situacionista al rigor de la contrainte del Oulipo. Pero Eltono parece resolver ese problema por la vía de la inmanencia, como podría decir François Julien: contrainte y deriva no se aniquilan, sino que crean.

*

Oulipo y situacionismo. Recuerdo también que Javier Abarca, cuyos estudios de la obra de Eltono son brillantes, habla de Daniel Buren y Space Invader en algunos de ellos. Quizá Eltono es más francés de lo que nos gusta pensar. Pero es parte de nuestra conversación.

Guillermo López Gallego