(x, y, z)

Vacío 9
Madrid, España
12 de enero – 2 de febrero 2006

Exposición en colaboración con Nuria Mora

El Valor Del Signo
“Ningún sonido es inocente” T.W. Adorno

Desde hace un tiempo, los andenes del metro de la ciudad de Madrid, se inundan de monitores que ininterrumpidamente generan imágenes en movimiento. Incluso en algunas estaciones, grandes pantallas colocadas entre las vías, separan la vista de un andén al contrario. No basta ya con el abuso de imágenes de la publicidad estática de las paredes, la arrogante vulgaridad del libre mercado, trata de dificultar al ciudadano la sencilla operación de pensar, de reflexionar en la quietud de la espera, generando un feroz ruido informativo que trata de impedir reflexionar, en un claro uso político de las imágenes.

La utilización que hace eltono de la imagen es sin duda también de carácter político, primero porque donde se desarrolla es en la ciudad y luego porque interviene en los asuntos públicos con su acción. El resultado que se obtiene con esas acciones va en sentido contrario a las del mercado narcotizante: los signos de eltono invitan a la reflexión, a la quietud. Quizás sean más interrogativos que afirmativos, de ahí su fuerza, su capacidad de sugerencia. El signo que utiliza en sus trabajos parte de un esquema geométrico definido, tal vez inspirado en la figura del diapasón, pero con posibilidades cambiantes infinitas, debido a que se inscribe en la geometría de la superficie elegida con gran sensibilidad y se deja llevar por su forma abarcante. Frente a otros artistas de calle influidos por la imagen espectacular de la publicidad, los sobrios trabajos de eltono son pura geometría interrogativa, que plantean un serio diálogo con la arquitectura que los soporta. Tal vez por eso el signo pierde fuerza cuando no elige el lugar de su escritura, y aparece en un lugar sin límites, fuera del marco de la calle. Descontextualizado de “su sitio” el signo carece de uso. Es en la calle, en la arquitectura de la ciudad donde se hace efectivo.

Cuando hace ya años, descubrí las primeras pintadas de eltono y su compañera Nuria, paseé durante meses con una pequeña cámara fotográfica en el bolsillo, para guardar sus pintadas en un archivo de memoria. Para mí, aprendiz de paseante ocioso, fue un placer ir descubriendo poco a poco los lugares elegidos para colocar su escritura. Porque sus lugares nunca son inocentes, están cargados de intención, en un afán cuidadoso por mejorar el espacio elegido y por acoplarse a él, por dialogar con su geometría. Cuanto más silencioso y oculto es el trabajo, mayor resulta la sorpresa en el desvelamiento y mayor su potencia reflexiva. El descubrimiento de una pequeña pegatina en un cierre metálico que se mimetiza con las comerciales de los cerrajeros y que anuncia un servicio 24 horas (año 2002), o el más poético de sus trabajos: el reflejo de un “espejo preparado” colocado junto a una farola de la calle Lavapiés y que ilumina su signo en la pared de enfrente, solo durante la noche, superan la oposición estéril entre forma y contenido, y proporcionan gran satisfacción al espectador cuando los descubre. Y es que la obra de eltono siempre requiere la participación del espectador, porque es una invitación a la acción. En sus acercamientos al mercado del arte, su preocupación ha sido siempre acercar la calle al consumidor, para incitarle a percibir la ciudad de un modo mas intenso.

En sus últimos trabajos con esculturas esta participación del espectador se hace aun mas evidente. Además de demostrar la versatilidad de su escritura (el plano se convierte en volumen sin merma comunicativa), el acto de dejar las piezas abandonadas a su suerte en la calle, mientras observa la reacción del que pasa cerca de ellas, demuestra su interés por el valor de uso frente al valor de cambio, y el intento de convertir al espectador en un colaborador. Las acciones de eltono y Nuria, autenticas productoras de oportunidades públicas de experiencia estética, están llenas de vida, amplían el sentido del arte y reafirman la cita de Robert Fillou: “el arte es lo que hace que la vida sea más interesante que el arte”.

Tono Areán, Junio de 2005

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